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Los acontecimientos de esta fecha sembraron las semillas de nuestra independencia y redefinieron el rumbo político del país.
País25/05/202419640 NoticiasEntre el 18 y el 25 de mayo de 1810, se desarrollaron una serie de acontecimientos políticos en el Virreinato del Río de la Plata, entonces una colonia española con capital en Buenos Aires, que culminaron en la llamada Revolución de Mayo. Durante estos días, las noticias sobre la ocupación de España por las fuerzas de Francia en el contexto de las Guerras Napoleónicas desembocaron en la renuncia del virrey Cisneros y el anuncio de la formación de la Primera Junta.
La crisis que se originó en Buenos Aires tras el conocimiento de la caída de la monarquía española provocó intensas discusiones en el Cabildo. El 18 de mayo comenzó la agitación, y para el 25 de mayo, se había logrado la renuncia de Cisneros y la instauración de un nuevo gobierno dirigido por “patriotas”, según lo publicado por El País.
Este primer intento de autogobierno, aunque no significó la independencia inmediata, marcó un punto de inflexión importante en la región. Los “patriotas” buscaban consolidar su autoridad mientras se enfrentaban a la resistencia de los “realistas”, quienes sostenían su lealtad a la corona española. Según La Nación, este conflicto interno estableció las bases para la futura Guerra de Independencia
La guerra que siguió a estos eventos finalmente rompió los lazos con España en 1816, resultando en la creación de la actual República Argentina. Cada 25 de mayo, el Día de la Patria celebra estos primeros pasos hacia la independencia, y el 9 de julio, el Día de la Independencia, conmemora la ruptura definitiva con la metrópoli.
¿Qué pasó el 25 de mayo de 1810?
El 25 de Mayo se conmemora la formación del primer gobierno patrio en Argentina, debido a que ese día, en 1810, se estableció la Primera Junta, conformada por representantes designados por el Cabildo, que destituyó al virrey Cisneros. Este gobernaba en nombre del rey español Fernando VII, cuando la monarquía española se encontraba en crisis tras la invasión de los ejércitos franceses de Napoleón Bonaparte.
El 25 de Mayo es, por ello, el día en que se considera que culminó la Revolución de Mayo, un proceso que comenzó el 18 de ese mes, y que resultó en la formación del primer gobierno patrio. La Primera Junta estaba presidida por Cornelio Saavedra; Mariano Moreno y Juan José Paso eran secretarios; mientras que Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu, Juan Larrea y Manuel Alberti fueron elegidos como vocales.
La Revolución de Mayo es considerada como el proceso revolucionario que culminaría con la declaración de la independencia el 9 de Julio de 1816. Como resultado, se dejaba atrás la forma de gobierno establecida hasta entonces, bajo la forma del Virreinato del Río de la Plata, que abarcaba a territorios de Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, y que subordinaba a sus poblaciones a la corona española.
Este 25 de Mayo se cumplen 213 años del día en que una multitud se reunió en la Plaza de Mayo para celebrar la defensa de la soberanía popular y, por lo tanto, es una fecha muy importante en el calendario cívico y la historia de Argentina.
¿Qué pasó en la Semana de Mayo?
En la semana de mayo ocurrieron una serie de acontecimientos que pasaron a la historia de nuestro país
En la semana de mayo pasaron los siguientes acontecimientos históricos:
18 de mayo: La “Semana de Mayo” comenzó el 18 de mayo de 1810 con la noticia de que la Junta Central de Sevilla, que había nombrado a Baltasar Hidalgo de Cisneros virrey del Río de la Plata, había caído en manos de Napoleón Bonaparte.
La autoridad de Cisneros quedaba fuertemente deslegitimada. Esa misma noche, un grupo de jóvenes de la élite criolla que hacía un tiempo venían reuniéndose de manera secreta -entre ellos Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Nicolás Rodríguez Peña y Martín Rodríguez- se dieron cita y, tras largas horas de debate, definieron exigirle a Cisneros que convoque a un Cabildo Abierto.
19 de mayo: El 19 de mayo, en Buenos Aires, los criollos expresaron su rechazo al Consejo de Regencia y solicitaron la realización de un Cabildo Abierto. Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano presentaron la solicitud al Alcalde Lezica, mientras que Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva.
Este rechazo se debió a que los criollos consideraban que el Consejo de Regencia no representaba el poder del pueblo, ya que no había sido nombrado por ellos mismos. Los criollos argumentaron que el Consejo fue establecido sin la participación popular, lo que lo invalidaba como legítima autoridad. En cambio, los realistas estaban dispuestos a someterse a su autoridad.
El Cabildo Abierto es una instancia de participación ciudadana donde los miembros de la comunidad se reúnen para discutir y decidir sobre asuntos importantes. En este caso, los criollos buscaban establecer una autoridad que realmente reflejara la voluntad popular, a diferencia del Consejo de Regencia que, según ellos, carecía de legitimidad.
20 de mayo: Por la tarde del domingo 20, en su residencia en el Fuerte, Cisneros recibió a los jefes militares con extrema amabilidad. Nuevamente Buenaventura Arzac, a través de su correspondencia, brinda jugosos detalles.
Sobre las manifestaciones de la gente, les dijo que había mirado todo aquello con menosprecio, porque contaba con la lealtad de los comandantes, y porque no creía que “unos cuantos perdularios y sediciosos” tuviesen cómo trastornar el orden de la monarquía ni hacer cavilar “la fidelidad que todos le debían al señor don Fernando VII”.
Fue Martín Rodríguez el que le respondió: “Está muy engañado; no eran perdularios ni sediciosos, sino el pueblo entero de Buenos Aires el que creía que Cádiz no tenía el derecho de llamarse representante del rey, y gobernar a la América”.
Cisneros hizo como que no había escuchado. Se dirigió a Saavedra, recordándole que poco antes le había ofrecido su apoyo, como había hecho con Liniers.
Saavedra no supo qué responder. Le dijo que las circunstancias habían cambiado y que a Liniers lo había sostenido el mismo pueblo que ahora pedía por sus derechos. “Debe tener confianza en el Cabildo y en la parte sana del vecindario”, le aconsejaron.
Dicen que Cisneros se irritó, que aseguró que había sido un hombre de honor y que antes de ceder, renunciaría. Y, dirigiéndose a Saavedra, le preguntó: “¿Me van ustedes a sostener o no? Esto es lo que quiero saber”.
“Nosotros estamos dispuestos a sostener lo que resuelva el Cabildo abierto, y por eso lo pedimos”, respondió Saavedra.
“No respondemos de las consecuencias ni emplearemos la fuerza contra el pueblo, sin autorización del cuerpo municipal que es la única autoridad legítima que queda”, contestó Rodríguez.
Lunes 21: Al día siguiente, los cabildantes se vieron presionados por la gritería de gente que los criollos habían movilizado a la plaza de la Victoria. “Todos hablaban de atacar al virrey y de matarlo, que Saavedra se había enojado mucho y anduvo muy inquieto la noche del viernes, repitiendo que era preciso contener al populacho y a los desaforados que lo animaban en tales extremos”, escribió Juan Andrés Pueyrredón.
Otro vecino, Juan Terrada describió: “Este es el estado en que está el pueblo desde el viernes. Anoche hubo palos y tiros en el teatro. Arteaga, Azamor, Ochoteco y otros oficiales europeos armaron gresca con muchos de los nuestros; (…) en las pulperías se notan muchas reuniones, y se arman pleitos a cada momento entre criollos y maturrangos…”
Los gritos en la plaza aclamaban la renuncia de Cisneros, quien terminó cediendo y firmando la autorización a la reunión de vecinos para el 22.
Martes 22: El 22 de mayo de 1810 se llevó a cabo una reunión que resultaría crucial para el futuro de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta congregación, realizada en Buenos Aires, se enfocó en definir el destino político de la región, particularmente ante la posible continuidad del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.
Aunque se invitó a “la parte principal y más sana del vecindario”, la muchedumbre también hizo sentir su presencia vehementemente en las calles. Los debates centraron sus argumentos en torno a la permanencia del virrey Cisneros en el poder. A pesar de la resistencia de importantes sectores de la población, el virrey intentó mantenerse en el cargo maniobrando para presidir una Junta de Gobierno. Las autoridades del Cabildo han decidido que es momento de que el virrey renuncie a su cargo. La resolución se ha tomado después de varias horas de debate durante una reunión que tuvo lugar en la sede del órgano administrativo.
El virrey Cisneros, que no estaba dispuesto a ceder el control, representó el bloque conservador que deseaba mantener el statu quo. Sin embargo, los rumores y la creciente presión popular apuntaban hacia una necesidad urgente de cambios administrativos, tal como se discutió durante largas horas en la congregación
Miércoles 23: El miércoles 23 de mayo, el Cabildo de Buenos Aires instauró una junta presidida por el virrey destituido, un acto que desató la indignación de las milicias y del pueblo. La decisión del Cabildo se basó en facultades otorgadas durante el Congreso General del día anterior, lo que resultó inaceptable para los partidarios de la revolución.
Este nombramiento fue percibido por la población como una movida contrarrevolucionaria que rompió con las expectativas de cambio político. Las milicias, que habían sido un pilar fundamental en las recientes revueltas, expresaron su desacuerdo abierto, mostrando su furia ante lo que consideraron una traición a los avances logrados.
La reinstauración del virrey destituido generó un ambiente de alta tensión en la ciudad. Los líderes revolucionarios declararon que este acto del Cabildo contradecía los principios por los cuales habían luchado y sacrificaron.
Jueves 24 de mayo: El 24 a las dos de la tarde, se propuso una nueva junta. Baltazar Cisneros presidente, con dos criollos y dos españoles. Cornelio Saavedra y Juan José Castelli por un lado y Juan Nepomuceno Solá, cura de Monserrat y el comerciante José Santos Incháurregui por el otro. Esto confió Moreno a Darragueira: “Estamos perdidos; si es cierto lo que me dicen, pronto vamos a la horca, porque el poder se afirma en manos de los europeos, y lo primero que van a hacer es exterminarnos”.
Por su parte, Leyva le escribiría a Agüero: “Usted comprende que entrando al gobierno Saavedra y Castelli no les queda pretexto a los exaltados para pedir la destitución del señor virrey; y que teniendo éstos que gobernar con el virrey según las leyes de la monarquía, se acabaron las revueltas, y entramos en calma…”
El Cabildo dio el visto bueno, lo anunció con salvas de artillería y repique de campanas. José Ignacio Gorriti escribió: “Los españoles se felicitaban de haber salvado el peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del virrey”.
Pero los que se habían reunido en lo de Nicolás Rodríguez Peña no pensaban lo mismo. Aseguraban que los españoles se alinearían con Cisneros y hasta dudaban del propio Saavedra, tan como recordaba el propio Gorriti.
Pero lo de Cisneros no tenía retorno. Que fuera presidente de la junta equivalía a que fuera virrey. Saavedra y Castelli renunciaron y le dijeron a Cisneros que, por mejor voluntad que tuvieran para acompañarlo, les era imposible responder del orden público: que el pueblo estaba armado, concentrado en los cuarteles, resuelto a derrocar al gobierno y hacer una revolución si el virrey no renunciaba en aquella misma noche. Y enviaron sus renuncias al Cabildo.
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