Detectaron microplásticos y pigmentos utilizados en la industria textil en la atmósfera de la península Antártica

Fue a través de un proyecto del Instituto Antártico Argentino y participaron especialistas del CONICET La Plata que sometieron las partículas halladas a dos técnicas avanzadas de determinación química.

País11/12/202419640 Noticias19640 Noticias
 microplásticos y pigmentos

Tal como se viene reportando en distintas investigaciones científicas, la Antártida ya no es lo prístina que fue durante la mayor parte de su existencia, sino que el avance del ser humano sobre la remota región con fines científicos, militares, pesqueros y hasta turísticos fue contagiando también sus blancas extensiones con los distintos tipos de contaminación a los que el resto del planeta ya está acostumbrado.

De acuerdo a una reciente investigación de la que participan especialistas del CONICET La Plata, se confirmó la presencia de microplásticos en la atmósfera de la península Antártica, la porción de tierra más al norte y, por ende, más cercana al continente americano.

El trabajo, que aparece publicado en la revista Chemosphere, es casi pionero en la temática dado que la mayoría de los estudios que miden la polución de aquellas latitudes se concentran en la basura que llega por agua como consecuencia del rol de las corrientes oceánicas, pero no en observar qué sucede en el aire.

En este caso, lo que se da a conocer es el resultado de un monitoreo continuo realizado en la estación científica argentina Base Carlini, ubicada en la isla 25 de Mayo, al norte de la península, a través de dispositivos para la toma de muestras de partículas atmosféricas. El análisis de aquellas consideradas sospechosas determinó que el aire que se respira tiene una amplia variedad de polímeros plásticos y tintes asociados principalmente a la industria textil. “Además de todo lo hallado, lo interesante del estudio es que los sitios de monitoreo evaluados revelaron que podrían prevalecer los efectos de circulación atmosférica de corto alcance, es decir cercanos a la base, posiblemente influenciados por los de largo alcance, o lo que llega desde lejos”, explica Lucas Rodríguez Pirani, investigador del CONICET en el Centro de Química Inorgánica (CEQUINOR, CONICET-UNLP-asociado a CICPBA) y primer autor del trabajo.

Concretamente, las partículas capturadas fueron analizadas en el transcurso de 2023 bajo dos potentes técnicas utilizadas para determinar la composición química de materiales extremadamente pequeños: microespectroscopía RAMAN, disponible en el CEQUINOR, y microespectroscopía de infrarrojo, en este caso en el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS) ubicado en Campinas, en el estado brasileño de San Pablo.

“Las muestras que estudiamos son microplásticos, es decir plásticos cuyas dimensiones no superan los 5 milímetros. En este caso, la mayoría de los ítems hallados tenía como máximo un milímetro de largo y 20 micras de ancho. Hablamos de piezas diminutas, teniendo en cuenta que una micra es la milésima parte de un milímetro”, relata Lorena Picone, investigadora del CONICET en el CEQUINOR que, junto con Rodríguez Pirani, viajó al país vecino para realizar los análisis con la poderosa tecnología. De acuerdo a los resultados, se encontraron residuos de origen plástico en todas las muestras, y el 80 por ciento de lo analizado corresponde a microfibras sintéticas y semisintéticas utilizadas en la fabricación de vestimenta.

La composición más observada fue el algodón semisintético, material a base de celulosa natural, pero con modificaciones químicas y tratamientos con aditivos para generar fibras de uso textil, que lo convierte en un residuo antrópico, es decir, derivado de la acción humana. También se detectaron poliamida y poliéster, dos tipos de fibras utilizadas principalmente en la confección de ropa deportiva porque aportan propiedades térmicas, de resistencia y elasticidad.

En las muestras también aparecieron otros plásticos: polipropileno, que se usa en la industria textil pero también en muchas otras, como el packaging, producción de insumos médicos y de laboratorio, y hasta de automóviles; poliacrilatos, empleados en la elaboración de pinturas y pegamentos, pero también para cosméticos, entre otros; y poliacrilonitrilos, utilizados en la manufactura de prendas de punto, como sweaters, y también elementos para el exterior, como tela para carpas. Un punto interesante del hallazgo fue la presencia de índigo, reactive blue 238, y ftalocianina de cobre, tres pigmentos característicos de la fabricación de plásticos y tintes para vestimenta,  que nunca antes habían sido reportados en el aire de la Antártida.

El monitoreo se enmarca en un proyecto general de estudios de circulación atmosférica en la Antártida impulsado por el Instituto Antártico Argentino (IAA), y fue propuesto “con la hipótesis de que la dinámica del aire a gran escala sería capaz de transportar partículas de microplásticos desde ciudades patagónicas hacia el norte de la península Antártica”, explica Gabriel Silvestri, investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, CONICET-UBA) y coordinador de la iniciativa junto con Cristian Vodopivez (IAA).

Así, en febrero de 2022 se colocaron dispositivos muestreadores en tres puntos de las inmediaciones de la Base Carlini especialmente seleccionados según la intensidad de la actividad humana local. Alfredo Costa, profesional del IAA, trabajó como responsable del campo y tuvo a cargo la instalación de los equipos y el mantenimiento de la red en interacción con personal técnico durante todo el año que duró el muestro. Los instrumentos fueron diseñados en base a protocolos internacionales pero adaptados para resistir condiciones climáticas extremas.

“Los muestreadores se colocan orientados hacia los puntos cardinales para contemplar las distintas direcciones del viento”, explica Costa, y continúa: “Cada dispositivo tiene un conducto de entrada de aire y otro de salida, y las partículas quedan retenidas adentro por simple decantación por gravedad”. También son económicos: no necesitan energía eléctrica para funcionar. “Esto permite monitorear zonas incluso más lejanas, algo que de hecho es uno de los objetivos a futuro de este proyecto de investigación”, enfatiza Rodríguez Pirani. Precisamente, el estudio subraya la necesidad de ampliar la red a otras estaciones científicas y a regiones remotas con mínima injerencia humana.

Si bien los resultados publicados sugieren que, por los niveles y tipo de contaminación detectados, el transporte a corta distancia de la actividad humana local desempeña un papel importante, no se excluye la influencia de los patrones atmosféricos de gran escala que trasladen partículas de distintas fuentes a lo largo de miles de kilómetros, y es por eso que el paso siguiente será extender las tareas de monitoreo a nuevas regiones que permitan cotejar los hallazgos y complementar las conclusiones.

*Con la base de estos resultados, Rodríguez Pirani ha recibido recientemente un financiamiento de la Fundación Williams para fortalecer el proyecto de investigación que tiene como uno de sus principales objetivos ampliar la red de monitoreo atmosférico en el Sector Antártico Argentino. Con este fin, en la próxima Campaña de Verano (CAV 2024/25), el investigador del CEQUINOR se trasladará al continente Antártico junto con otros integrantes del grupo de trabajo de Cristian Vodopivez, investigador del Instituto Antártico Argentino.

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