El diario británico The Guardian expone el costo humano de la industria del salmón en Chile

Un impactante reportaje publicado por el diario británico The Guardian encendió una nueva alerta sobre la industria del salmón en la Patagonia chilena y volvió a poner el tema en el centro del debate en Tierra del Fuego.

Bajo el título “Those who eat Chilean salmon cannot imagine how much human blood it carries with it”, la nota describe un sector marcado por accidentes mortales, condiciones laborales precarias, uso intensivo de antibióticos y serios impactos ambientales.

Según la investigación, Chile es hoy el segundo productor mundial de salmón y el principal proveedor del mercado estadounidense. El crecimiento exponencial de la actividad en las últimas décadas se apoya en un modelo que, de acuerdo con organizaciones como Ecoceanos, registra 83 muertes laborales en la industria del salmón entre 2013 y 2025, la cifra más alta del sector acuícola a nivel global.

“No pueden imaginar cuánta sangre humana lleva consigo”

El reportaje se centra en el testimonio de familias de trabajadores fallecidos y de buzos que operan en centros de cultivo de la Patagonia chilena. “Aquellos que comen salmón chileno no pueden imaginar cuánta sangre humana lleva consigo”, señala una fuente anónima que trabaja en una granja de Puerto Natales, en la región de Magallanes, cita que da título a la nota y sintetiza el foco de la investigación.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Arturo Vera, buzo de 59 años que murió en 2019 tras ser golpeado por la hélice de una embarcación mientras trabajaba para la industria salmonera. La autopsia reveló lesiones graves en la cabeza, las costillas y la garganta. Su familia denuncia que el accidente estuvo marcado por incumplimientos de normas de seguridad y que la compensación recibida fue mínima frente a la gravedad del hecho y a la pérdida sufrida.

Los testimonios recogidos describen jornadas extensas, inmersiones en aguas frías con equipamiento muchas veces insuficiente, exposición a químicos tóxicos y presión para cumplir objetivos de producción aun cuando las condiciones no son seguras.

Antibióticos y contaminación

El informe de The Guardian también hace eje en los impactos ambientales del modelo chileno. Mientras Noruega —principal productor mundial— declara un uso prácticamente nulo de antibióticos en sus granjas, Chile utilizó más de 350 toneladas en 2024, una cifra que, si bien ha disminuido respecto de años anteriores, sigue siendo extremadamente alta. Estudios científicos citados en la nota señalan que entre el 70% y el 80% de esos antibióticos pueden terminar en el ambiente marino.

Una señal de alerta para Tierra del Fuego

Mientras la experiencia chilena vuelve a ganar visibilidad internacional, en Tierra del Fuego se discute en la Legislatura provincial un proyecto que busca modificar la Ley 1355, norma que hasta ahora regula la instalación de granjas de salmones en el canal Beagle. En paralelo, crece el interés por trasladar el modelo a sectores de la costa atlántica fueguina.

En los últimos meses se registraron navegaciones multitudinarias y movilizaciones frente a la Legislatura para exigir que no se habilite la actividad en el mar de Tierra del Fuego. En esas acciones confluyeron referentes del turismo, la gastronomía, pescadores artesanales y organizaciones ambientales.

Una de las grandes dudas planteadas por especialistas locales es dónde podría desarrollarse la actividad en la costa atlántica fueguina. Los sectores más reparados, como Bahía San Sebastián o Cabo San Pablo, se encuentran rodeados de áreas de alto valor ecológico y cultural.

“La costa atlántica tiene una gran cantidad de valores ecosistémicos y biodiversidad que están reconocidos inclusive por normativas aprobadas en la Legislatura, como la Reserva Costa Atlántica. ¿A dónde podría llegar a desarrollarse un proyecto de salmonicultura? Los lugares más reparados son la Bahía de San Sebastián, que tiene su propia regulación; y Cabo San Pablo, pero este último está muy cerca a la Península Mitre y además, en toda esta zona vive una gran comunidad de pescadores artesanales”, planteó una de las oradoras en una de las reuniones de comisión de este año en la Legislatura.

Desde el ámbito académico, la principal preocupación pasa por el uso de datos incompletos o directamente falsos para justificar la salmonicultura como “salida económica” para la provincia.

Adrián Schiavini, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CADIC-CONICET, cuestionó las promesas oficiales de “miles de millones de dólares y miles de puestos de trabajo” asociadas al desembarco de la industria. En diálogo con El Rompehielos, señaló que esos números no están respaldados por informes serios sobre empleo local y acusó a algunos sectores de manipular reportes de organismos como la FAO para legitimar la actividad. “En esta época de redes sociales, las noticias falsas se utilizan para confundir y generar falsas expectativas”, resumió.

Un informe de la organización chilena Defendamos Patagonia refuerza este punto: al comparar el aporte económico de la salmonicultura con el del turismo, concluyó que en 2023 el turismo generó casi diez veces más puestos de trabajo que las salmoneras, aportando el 3,3% directo del PIB chileno y cerca del 9,7% si se consideran los efectos totales, mientras contribuía a la conservación, la diversidad cultural y la equidad territorial.

En ese contexto, la publicación del reportaje en un medio de alcance global como The Guardian no sólo expone el costo humano y ambiental del salmón chileno: también funciona como una advertencia directa para la discusión que hoy atraviesa Tierra del Fuego.