Tom, el perro que alertaba bombardeos en Malvinas y quedó ladrando en la memoria

Durante la Guerra de Malvinas, un perro callejero llamado Tom se convirtió en centinela, compañero y héroe de los soldados argentinos. Su historia fue rescatada por el escritor Roberto Arnaiz y hoy tiene su monumento.

PAÍS07/10/202519640 Noticias19640 Noticias
TOM MALVINAS

En un relato publicado por el escritor Roberto Arnaiz, se reconstruye la historia real de Tom, un perro callejero que acompañó a soldados argentinos durante la Guerra de Malvinas. Sin uniforme, sin entrenamiento militar, pero con un instinto que salvó vidas, Tom fue parte del Grupo de Artillería 101 y murió en combate, convertido en símbolo silencioso de valor y lealtad. En 2014, fue homenajeado con un monumento en la provincia de Buenos Aires y su figura se recuerda también en el Museo de Malvinas.

Tom no tenía papeles ni dueño, pero su destino cambió cuando, en 1982, el Cabo Primero Omar Liborio lo alzó del suelo y lo llevó consigo a la guerra. Fue embarcado como un polizón en un Hércules rumbo a las Islas Malvinas, envuelto en lana y escondido entre las camperas de los soldados.

En Monte Kent, zona de defensa antiaérea, Tom pasó de mascota a centinela. Su instinto anticipaba los bombardeos enemigos antes que cualquier radar, alertando a los soldados con sus ladridos. Durante los ataques, era el primero en salir de los refugios para buscar a los más alejados y el último en resguardarse.

Compartía el frío, el miedo y el hambre. Le cosieron un abrigo con bufandas tejidas por madres. En los peores momentos, se acercaba a quien estaba solo, moviendo la cola, como diciendo: “Aguantá, hermano”. Tom no usó armas, pero luchó a su manera.

Murió en combate, alcanzado por una esquirla durante un bombardeo. Lo envolvieron en una manta como se hace con los caídos. Su mirada, dicen, aún parecía cuidar a los suyos. Para Liborio y los soldados, Tom fue más que un perro: fue el mejor testigo de la guerra.

En 2014, en la localidad de Ascensión, Buenos Aires, se inauguró un monumento en su honor: una figura de bronce sentada sobre una piedra, con un casco a su lado. También hay una réplica en el Museo de Malvinas, recordando que algunos héroes no llevan galones, pero dejan una huella eterna.

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