Cuatro futuros ingenieros de la UTN resolvieron un problema fundamental para la soberanía alimentaria local

Con ingenio, dedicación y un fuerte compromiso con su comunidad, cuatro estudiantes avanzados de la carrera de Ingeniería Electromecánica de la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) lograron recuperar y modernizar equipos esenciales para la Misión Salesiana.

En el umbral de su graduación, Emanuel Julio Guerrero, Maximiliano Salvador Lorenzo y Emanuel Silva Narváez, junto a su compañero Damián Gálvez todos estudiantes de la carrera de Ingeniería Electromecánica de la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional (FRTDF-UTN) quienes ya han completado la cursada y se encuentran en la etapa final de sus proyectos, se enfrentaron a un desafío que trascendió las aulas universitarias.

A través de una colaboración entre la empresa estatal Río Grande Activa, la Misión Salesiana, el Municipio y el ingeniero Germán Guerrero, responsable del activo taller de Mecatrónica de la UTN, surgió la necesidad de reparar una incubadora y una nacedora de huevos que llevaban unos 12 años fuera de servicio en la institución salesiana. Estos equipos eran fundamentales para reactivar la producción local de huevos, un componente clave en la estrategia municipal de fortalecer la soberanía alimentaria en Río Grande y, potencialmente, extenderla a toda la provincia.

La UVI, un espacio fundamental

En este contexto, aparece el "Taller de Mecatrónica" que se transformó en la Unidad de Vinculación e Investigación (UVI) de Mecatrónica como lugar preponderante en el proceso de desarrollo de las estrategias para resolver la problemática.

"Nosotros comenzamos con todo este movimiento en el Taller de Mecatrónica como un espacio extracurricular dónde podemos hacer prácticas profesionalizantes en Electrónica, Electricidad, Robótica. Es ahí donde se armó este grupo, esta Unidad de Vinculación e Investigación (UVI) y se nos empezó a formalizar ya a unos cuantos estudiantes que veníamos aquí los fines de semana, durante la semana también", relató con entusiasmo Emanuel Julio Guerrero, de 26 años.

Este espacio, impulsado por la visión de fomentar la práctica y la aplicación de los conocimientos teóricos, se convirtió en el semillero donde floreció esta iniciativa. La necesidad de cumplir con las horas de trabajo profesionalizante, un requisito académico para obtener el título de ingeniero, también actuó como un motor para que los estudiantes abrazaran este proyecto con determinación.

Los primeros pasos

Otro de los integrantes del equipo, Maximiliano Salvador Lorenzo, también de 26 años, recordó el momento en que se les presentó la oportunidad. "Cuando nos propusieron este proyecto de la incubadora y la nacedora, lo primero fue decir que sí e ir a escuchar lo que tenían para decirnos y que era lo que ellos querían hacer. Fuimos al lugar a conocer in situ el estado del proyecto". A pesar de no contar con experiencia específica en el funcionamiento de incubadoras, la base sólida de sus conocimientos en electromecánica y su predisposición al aprendizaje fueron fundamentales para aceptar el reto.

Problemas diversos

Al llegar a la Misión Salesiana, el panorama que encontraron Emanuel Silva Narváez, de 27 años, y Damián Gálvez, de 28, junto a sus compañeros, era el de equipos antiguos que habían sufrido intentos de reparación previos. "Eran unos equipos muy antiguos, los cuales habían intentado ser reparados, tenían muchas técnicas de reparación, por así decirlo, de una manera muy discreta, los cuales había que investigar, desglosar, hacer algo de ingeniería inversa, como es el término. Se habían intentado reparar y habían hecho reparaciones mal hechas, ¿no? Ya no se encontraron operativos los equipos a causa de estas reparaciones, quizás se habían pasado múltiples manos por los equipos", explicó Damián Gálvez, detallando la inicial del diagnóstico.

Uno de los problemas más significativos que identificaron los futuros ingenieros fue la deficiente generación y control de humedad dentro de los equipos, un factor crítico para el éxito de la incubación y el nacimiento de los pollitos. "Una de las principales era la generación de humedad, que era un parámetro indispensable para la cría, o sea, para la incubación y nacimiento de los pollitos. Entonces ahí teníamos un desafío también en el cual mejorar la máquina, encontrar un equipo adecuado para realizar la incorporación a estos dos equipos", señaló Emanuel Silva.

Durante los seis o siete meses que dedicaron al proyecto, los estudiantes trabajaron arduamente, combinando sesiones prácticas en el taller de la UTN con largas jornadas de análisis y planificación. "Más allá de algunas demoras, la cuestión de pensar alternativas, como mencionaba Emanuel anteriormente, era no tirar todo y comprar, porque eso es lo fácil, sino reciclar y reparar a un menor costo posible, eso ha llevado su tiempo. Y bueno, nosotros de espíritu curioso también, reparar equipos lleva su tiempo", comentó Maximiliano Lorenzo, resaltando la filosofía de aprovechar al máximo los recursos existentes y buscar soluciones creativas.

Grandes logros

El resultado de su esfuerzo fue la revitalización completa de la incubadora y la nacedora. "Pudimos recuperar la mayoría de las cosas. Complementamos con otro sistema de automatización, en resumen. Y quedó todo funcionando. Todo operativo. Y con un manual de operación", afirmó Emanuel Silva con orgullo. Los estudiantes no solo repararon los equipos, sino que también incorporaron mejoras significativas, como un sistema automatizado para el control de la humedad y la temperatura, asegurando parámetros óptimos para la incubación. Además, elaboraron un detallado manual de instrucciones y funcionamiento, algo que no existía previamente, facilitando el uso y el mantenimiento futuro de los equipos.

La culminación del proyecto generó una profunda satisfacción en los cuatro estudiantes. "Para mí fue muy buena, porque más allá de la parte técnica, la coordinación y la organización que tuvimos que tener y me quedo con la parte humana, que algo mencionaba Maxi, que es la paciencia, la comprensión", expresó Emanuel Silva quien destacó el valor del trabajo en equipo y el apoyo mutuo que se brindaron durante los meses de dedicación.

Maximiliano Lorenzo también enfatizó la relevancia del proyecto para la comunidad. "La ciudad está trabajando, o al menos el Municipio de Río Grande está trabajando con una soberanía alimentaria para Río Grande y esta máquina es muy importante para todo ese proceso. Haber trabajado en ella y dejarla en funcionamiento fue una satisfacción enorme para todos nosotros”.

La experiencia dejó valiosas enseñanzas para estos futuros profesionales. "Hay muchas cosas que si ahora, con el conocimiento que tenemos ahora, la experiencia, podríamos haber cambiado un montón de cosas, incluso terminar antes y demás", reflexionó Damián Gálvez, reconociendo el aprendizaje continuo que implica la práctica de la ingeniería. Los estudiantes destacaron el apoyo constante del ingeniero Germán Guerrero, quien actuó como supervisor y guía durante todo el proceso, así como la colaboración de Lautaro Genre Bert, un compañero de la UVI que aportó herramientas y conocimientos.

Potencial profesional

Esta labor es un claro ejemplo del potencial humano y profesional que se forma en la Facultad Regional Tierra del Fuego de la UTN. Jóvenes con un fuerte compromiso y ganas de aplicar sus conocimientos están listos para asumir desafíos y contribuir al desarrollo de la comunidad fueguina.

El ingeniero Germán Guerrero aprovechó la oportunidad para invitar a emprendedores y empresas a establecer vínculos con la universidad y resaltó la disponibilidad de estudiantes talentosos y la existencia de espacios como el Taller de Mecatrónica donde pueden llevar a cabo proyectos innovadores.

La historia de Emanuel, Maximiliano, Emanuel Silva y Damián es un testimonio del impacto positivo que puede generar la articulación entre la academia, el sector público y las necesidades de la comunidad, marcando un precedente inspirador para futuras colaboraciones.

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