Se recibió de ingeniero en la Antártida y su trabajo promete mejorar la conectividad en contextos extremos

Rodrigo De Iuliis, con tan solo 27 años y oriundo de Hurlingham, acaba de hacer historia: se convirtió en el primer argentino en recibirse desde la Antártida. Su travesía académica comenzó en 2017 en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), y tras ocho años de esfuerzo y dedicación presentó desde la Base Antártica San Martín su trabajo final titulado "Montaje, implementación y gestión de una red local integral de comunicaciones".

En esta entrevista con Finnova, Rodrigo comparte cómo la vida y los desafíos diarios en uno de los lugares más remotos del planeta lo inspiraron a idear una solución innovadora para mejorar la conectividad en condiciones extremas. Su proyecto, pensado desde y para la Antártida, no solo facilita las comunicaciones internas en la Base San Martín, sino que también marca un precedente para futuras iniciativas tecnológicas en bases argentinas y en otros contextos extremos.

¿Cómo surgió la posibilidad de realizar tu proyecto final en la Antártida?

Yo llegué a la Base San Martín solamente adeudando el Proyecto Final Integrador de la carrera, ya había rendido y aprobado todas las materias previas. Tenía en mente poder hacer algo acá, pero quería primero ver cómo me adaptaba a la vida y al trabajo en la Antártida. Después apareció el problema en las comunicaciones que me despertó el interés y empecé a investigar que se podía hacer. Lo planteé en la facultad, les gustó la idea y ahí empecé a desarrollarlo. Y como estaba hecho “en la Antártida” también me dieron la posibilidad de defenderlo “desde la Antártida”.

¿Cómo es el día a día en la Base Antártica San Martín?

Es bastante rutinario, pero está bien que así sea, te ayuda a acomodarte con el horario. Desayunamos todos juntos a las 8:00 am. Después “hacemos agua”, que significa agarrar hielos y ponerlos en derretidores para tener agua dulce. Cuando terminamos eso, cada uno va a su puesto de trabajo, en mi caso, voy al laboratorio LASAN con mi compañero Federico Daniele, ahí operamos y mantenemos los equipos de los distintos proyectos. Almorzamos a las 13:00 y tenemos descanso hasta las 15hs. Por la tarde, seguimos trabajando, hay días que estamos más tranquilos y terminamos temprano y otros nos hemos quedado hasta bastante tarde. Después del trabajo tenemos gimnasio, sala de juegos, libros, pelis, series, etc. como para entretenernos.

¿Cómo ves el futuro de la conectividad en lugares remotos como el continente blanco?

Justo este año estamos en un momento clave. Con la autorización en la operación de Starlink, se va a tener la prueba de cómo funciona este servicio en bases argentinas. No significa que en todas las bases funcione igual, no es lo mismo Marambio que Belgrano 2, no “pasan” la misma cantidad de satélites por una que por la otra. También hay que ver cómo afecta la meteorología a estas comunicaciones, recién se está empezando y hay mucho que aprender.
Por otra parte, la Antártida es el único continente del mundo que, actualmente, no está conectado por fibra óptica. Es cuestión de tiempo que se logre este tipo de conectividad, y Argentina tiene una ubicación geográfica privilegiada para esto, es una oportunidad única.

¿En qué consistió exactamente tu proyecto de “Montaje, implementación y gestión de una red local integral de comunicaciones” en la Base San Martín?

El título es largo, pero es más sencillo de lo que suena. Es un sistema que te permite llamar, mandar mensajes y enviar fotos, videos, archivos, etc. De manera local, sin necesidad de usar el enlace satelital, utilizando la red interna de la base. Es como un “WhatsApp” pero interno, para comunicarse con los compañeros de dotación.

¿Qué impacto tendrá este proyecto en las operaciones de la base y en la calidad de vida de quienes trabajan allí?

Con esto se logró mitigar los inconvenientes de comunicación de la base. Cuando tenemos caídas del enlace por meteorología, por fallas (que son muy recurrentes), o mismo por la baja velocidad, con este sistema uno puede comunicarse con cualquier compañero de la base. Además se realizó utilizando cosas que la base ya tenía, asi que se aprovecharon los recursos disponibles.

¿Creés que este modelo de red podría aplicarse a otras bases antárticas o a otros contextos extremos?

Totalmente. Una idea a futuro es tratar de hacer algo similar, pero además de la comunicación, que esté orientado a la vida en la Antártida, algo más específico que mejore la calidad de vida aquí.

Argentina tiene una presencia histórica en la Antártida. Como futuro ingeniero, ¿cómo creés que se podría fortalecer la conectividad entre nuestro país y el continente blanco?

Para eso se tiene que seguir avanzando en las comunicaciones satelitales. No es sencillo y no depende solamente de un país, pero hay muchos campos donde incursionar, estoy seguro que el conocimiento como país lo tenemos. ARSAT es la empresa que administra el satélite gracias al cual nos comunicamos, y son el tipo de empresas que deben mantenerse a la vanguardia con estos temas.

Desde tu perspectiva, ¿qué oportunidades existen para que el sector privado se involucre en mejorar las telecomunicaciones y la logística antártica?

Bueno, creo que lo dije antes, StarLink es el claro ejemplo de que se puede. El tema es que Argentina, como país, debe ser capaz de brindar el servicio al 100% de sus bases. Si después, una empresa brinda mayor calidad o lo que sea, bienvenido, pero no podemos depender solamente de una empresa, más si es extranjera. Lamentablemente, hay muchos intereses.

¿Cómo ves el rol de la tecnología en el desarrollo de la presencia argentina en la Antártida?

El avance tecnológico es fundamental. La Antártida es un lugar muy preciado para distintos proyectos, con muchas cosas interesantes por estudiar. Para ello se requiere tecnología de punta, grandes inversiones y una buena administración de todo. Es un conjunto que va de la mano.

¿Qué mensaje le darías a otros estudiantes o profesionales que quieran trabajar en la Antártida?

Primero, que está al alcance de todos. Todos los años se lanzan convocatorias del Instituto Antártico Argentino para trabajar un año acá. Uno pasa por un largo proceso de selección, pero ahí es cuando uno más lo piensa. Tiene que pensar mucho la decisión, porque (literalmente) no hay vuelta atrás. Esta bueno porque te hace reflexionar mucho, y la experiencia, sinceramente, lo vale, es un lugar único. Pero tiene que saber que va a estar, mínimo, un año lejos de todo lo que conoce.

¿Cuáles son tus planes a futuro luego de recibirse? ¿Te gustaría seguir vinculado a proyectos en la Antártida?

Sinceramente, aún no lo pensé, tengo que volver a adaptarme al calor, la humedad y el quilombo de Buenos Aires. Vuelvo a mi lugar de trabajo en la Comisión Nacional de Energía Atómica, lo cual es muy bueno. Y si, me gustaría seguir vinculado a la Antártida, un pedacito de mi corazón queda acá, me marcó mi vida esta experiencia. También me encantaría aprovechar este aprendizaje y devolverle algo a la Antártida y la gente que venga.

El trabajo de Rodrigo no solo representa un hito personal, sino un avance crucial para la presencia estratégica y el desarrollo tecnológico de Argentina en el continente blanco. Además, anticipa los desafíos y oportunidades futuras en telecomunicaciones, destacando el potencial que tiene nuestro país en términos de conectividad bicontinental y liderazgo tecnológico.