De Ushuaia a Australia: la dura travesía del cura de 73 años que viaja solo en un bote y pesca para sobrevivir

Fedor Konyukhov tiene más de 25 récords mundiales y a principios de mes se embarcó en una nueva aventura: completar la vuelta a la Antártida en solitario. Remará desde el Cabo de Hornos hasta Australia, en un viaje que durará más de 200 días.

Mundo05/01/202519640 Noticias19640 Noticias
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Una larga barba y gorra de marinero. La cara perfecta de un viejo lobo de mar y una mirada indomable que siempre apunta al horizonte. A los 73 años, el explorador ruso Fedor Konyukhov busca sumar una nueva hazaña a su largo historial: remar en solitario desde el Cabo de Hornos hasta Australia y así cumplir una vuelta a la Antártida, tras un primer viaje desde Nueva Zelanda hasta el Pasaje de Drake en el año 2019. Salió el 5 de diciembre de Ushuaia, cumplió años con el mar como único compañero y sigue firme rumbo a Cabo Leeuwin, en un viaje de 9000 millas náuticas que espera recorrer en 200 días. Más de seis meses de absoluta soledad.

Konyukhov es el ruso de todos los récords. Un personaje que parece salido de un libro de Julio Verne, dispuesto a enfrentarse a los elementos. Témpanos, tormentas, la humedad penetrante, los vientos de los Furiosos Cincuenta y de los Rugientes Cuarenta... Konyukhov no le teme a las aguas más australes del planeta. Los climas extremos son lo suyo.

El aventurero escaló el Everest dos veces y fue el primer montañista ruso en completar el desafío de las Siete Cumbres. Dio la vuelta al mundo en un globo aerostático, viajó al Polo Norte y al Polo Sur y escribió decenas de libros. Es también pintor y fue ordenado sacerdote ortodoxo y ahora, a sus 73 años, quiere terminar la vuelta al mundo por uno de los mares más fríos y desolados del mundo.

En la primera parte de su vuelta a la Antártida, en 2018-2019 rompió un récord mundial. Tardó 154 días en recorrer la distancia de 6400 millas náuticas desde Nueva Zelanda hasta el Cabo de Hornos y se convirtió en el primer hombre en remar desde la lejana tierra kiwi hasta Sudamérica.

Según dijo a TN su hijo y ayudante, el también aventurero Óscar Konyukhov, la travesía a remo es tanto “un desafío físico como mental”, aunque “la parte mental es la más difícil de soportar”. Son 200 días de absoluta soledad en un lugar diminuto. Para avanzar, Konyukhov solo cuenta con la fuerza de sus brazos y su espíritu.

“Estás solo en el océano en un barco de 9 metros y una vez que pasaste las islas Georgias del Sur (lo que ya hizo, NDLR) no hay tierra habitada en miles de millas a la redonda”.

Cómo es el bote con el que Konyukhov realiza la vuelta a la Antártida

Su barco, el AKROS (extremo, en griego), es una embarcación de fibra de carbono de 9 metros de largo, equipada con timón y tabla central. “Lleva a bordo dos sistemas de comunicación por satélite y todos los equipos más avanzados de navegación marítima. Además, está diseñado como barco autoadrizable, es decir, que recupera completamente la verticalidad en caso de que vuelque. Está equipado además con paneles solares y dispositivo potabilizador de agua que puede producir 3 litros por hora”, detalló Óscar a TN.

Para comer a lo largo de la travesía, Konyukhov dispone de comida liofilizada “como los alpinistas en el Himalaya” y además tiene una caña de pescar. “Hoy he pescado mi primer calamar, ¡la primera captura en 26 días! No tuve tiempo o el tiempo no me lo permitió, pero la noche del 30 al 31 de diciembre lo pesqué con un curricán fluorescente (brilla por la noche). Así que también tengo una mesa festiva, porque la comida liofilizada ya aburre”, escribió en un mensaje que compartió su hijo.

Cómo fueron los primeros días de la travesía de Konyukhov

“El océano se comporta de forma diferente cada día, pero qué poco sol hay aquí. Da la sensación de que no hay ninguno. A veces al amanecer veo una estrecha franja en el horizonte y luego un denso manto de nubes cubre todo el día. Los paneles solares cargan bien incluso en estas condiciones. Hasta ahora hay energía suficiente para todos los instrumentos y sistemas de a bordo. La unidad de desalinización de agua es la que más energía consume, pero la utilizo una vez cada 3-4 días. Calculo que cuanto más al norte vaya, más posibilidades tendré de ver el sol”, contó el marinero en otro mensaje que publicó Oscar en su canal de Telegram.

El hijo del aventurero ya se encuentra en el cuartel general de Konyukhov, en Moscú, y sigue la travesía de su padre vía satélite (su recorrido se puede ver en su página web y publican actualizaciones en su cuenta de Telegram). Mira cada día con atención un pequeño punto en el mapa. También se comunica dos veces por día con él. Pero, allá, en las lejanas aguas del fin del mundo, el remero está solo.

“El bote está diseñado como una cápsula de supervivencia. Lo único que nos preocupa es la salud de Fedor. Si algo se pone serio, vamos a organizar el rescate con la ayuda del país que controla esta región particular del océano”, indicó Óscar. Pero saben que el rescate podría llevar varios días.

No obstante, se muestra confiando en la larga experiencia de su papá: “Fedor es un remero oceánico muy experimentado”. “Cruzó el océano Atlántico en 46 días, el océano Pacífico (desde Concón, en Chile, hasta Brisbane, en Australia) en 160 días y el océano Pacífico Sur desde Nueva Zelanda hasta Cabo de Hornos en 154 días”.

Aun así, para enfrentar semejante desafío “uno tiene que estar preparado al 100%, con un barco especialmente construido”. También se tomaron algunos recaudos básicos: “todos los sistemas deben estar duplicados e incluso si tu objetivo son 200 días, llevás comida para 300 días porque nunca sabés cuándo el Océano te dejará pasar”.

Cómo fue la estadía en la Argentina
Óscar y Fedor estuvieron un mes en la Argentina, esperando que se abra una ventana de buen tiempo y planificando los últimos detalles de la expedición. “Hasta ahora Fedor está en condiciones razonablemente buenas, sobre todo con vientos del suroeste de 25-35 nudos. Hace frío y está húmedo, pero está subiendo hacia el norte, hacia un clima más cálido”, apuntó.

Sobre la elección de Tierra del Fuego, Konyukhov explicó que “el puerto de Ushuaia está muy bien ubicado como base de operaciones para cualquier expedición que se dirija al Pasaje de Drake o a la Antártida”. Fue el punto final de la primera etapa de su viaje, en 2019 y Óscar elogió “la amabilidad de la gente, la buena ubicación, el fácil acceso en avión y los ¡buenos bifes!”. Durante estas semanas, tuvieron su base en el Club Náutico AFASyN, que Konyukhov calificó de “muy cómodo”.

El día en que zarpó, Fedor “parecía un hombre feliz, en su elemento”. “Echaba de menos los albatros, las ballenas, la escala del océano Antártico”, agregó Óscar.

El 12 de diciembre, el aventurero cumplió 73 años en plena travesía. “Ese día tuvo buen tiempo y abrió regalos que le habíamos escondido en lugares secretos del barco”, comentó su hijo.

En su juventud, Fedor leyó el libro “Un ángel en cada hombro”, del marinero estadounidense William Willis, cuya principal lección es que “la edad no es un obstáculo”. Willis es famoso por haber cruzado el Océano Pacífico de Perú a Australia en 204 días en una balsa a la edad de 70 años. “Este libro causó una impresión indeleble en Fedor y, en cierto modo, se convirtió en su guía. En los últimos años, a menudo oía a mi padre decir la frase ‘la edad no es un obstáculo’ cuando empezaba a planear nuevas expediciones”, comentó Óscar en un posteo con motivo del cumpleaños de su papá.

El primer viaje

La primera etapa de la expedición tuvo lugar entre diciembre de 2018 y mayo de 2019, cuando Fedor Konyukhov en el mismo barco AKROS realizó la primera travesía de la historia en el Océano Pacífico Sur en la ruta: Nueva Zelanda (puerto Danidin) - Cabo e Hornos (Islas Diego Ramírez, en Chile). Y demostró que era posible cruzar con éxito el Océano Antártico en botes de remos.

“Antes de él hubo cinco intentos de lograrlo. Los remeros más fuertes del planeta partieron de Tasmania, Nueva Zelanda e incluso de las Islas Malvinas. Todos ellos fracasaron. Hasta él, que lo logró en el primer intento”, indicó su hijo.

Más de seis meses remando en absoluta soledad

“Hombre libre, siempre adorarás el mar. El mar es tu espejo; contemplas tu alma/En el desarrollo infinito de su oleaje”, escribió algún día el poeta francés Baudelaire. Y es que a Fedor no le faltará tiempo para la introspección y la meditación, mientras avanza, incansable, a una velocidad de 2 nudos en aguas calmas, y hasta cuatro nudos si las corrientes y los vientos ayudan.

“Las corrientes son clave” en la aventura, que debería terminar a fines de junio, apuntó Óscar. Konyukhov ya recorrió más de 2600 km. “Se superaron con éxito todos los puntos geográficos difíciles y potencialmente peligrosos de la ruta en el Atlántico Sur: la isla de los Estados, las islas Malvinas, el banco Burwood y las islas Georgias del Sur. Es importante: Fedor se aclimató, encontró su ritmo”.

Para enero, el objetivo del marinero ruso es cruzar el meridiano cero (meridiano de Greenwich), que divide el hemisferio occidental del oriental. “Es un punto psicológicamente significativo” que se encuentra a unos 2550 km del AKROS, es decir, “más o menos la distancia que Fedor ya recorrió desde el inicio”, sostuvo Óscar.

Remar hacia el Este. Sin parar. Remar para la hazaña. Remar para sobrevivir, solo, en medio de la inmensidad. “Por encima de ti está el abismo, y por debajo de ti está el abismo, y todo tu cuerpo y toda tu alma se funden con esta eternidad cósmica”, escribió Konyukhov en uno de sus libros.

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