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Una coleccionista argentina de la muñeca Barbie tendría unas 300 muñecas y sería una de las máximas colecciones del país.
País08/08/202319640 NoticiasMaría de los Ángeles Rojas vive en Salta y tiene 42 años. Es traductora de portugués y estudiante avanzada de Recursos Humanos. Organizó la Expo Barbie 60 años, el primer evento en Argentina que mostró la evolución de la muñeca a través de sus seis décadas de existencia en el Centro Cultural América de Salta.
Fue coleccionista invitada a la muestra Sueño de Juguetes, organizada por la Secretaría de Cultura de la provincia, donde fue la única coleccionista mujer y expuso Barbie y Mi Pequeño Pony, ambos de la década de los 80 y fabricación nacional.
“De niña no me gustaban los bebotes. De hecho, al único que me regalaron, cuando tenía tres años, le arranqué su cabeza de cuajo. Un tratamiento distinto recibió la Barbie cóctel, ‘elegantemente informal’, que había guardado en mi mente como una periodista y presentadora de TV, pero cuyo concepto era simplemente un after office”, contó en comunicación con El Destape.
“Innumerables oportunidades de ficcionalización. La Barbie que había salido de fábrica bailarina podía colgar el tutú y mutar en una guerrera que encabezaba la revolución en un reino mágico, en una hechicera poderosa y trashumante, en una emprendedora que junto a su hermana menor se ponían a hacer tartas, tortas, sándwiches y pizzas de plastilina -o de Mikit, las perlitas maravillosas-, una villana obsesionada por su juventud y belleza perdidas, una científica preocupada por la teratogénesis del nuevo milenio”, describió emocionada.
Su hobby es heredado, según contó sus bisabuelos en cada país que visitaban le compraban a su papá un juguete. “Él los tenía en estantes que iniciaban en el suelo y ganaban el techo. Esta colección se perdió porque mi abuelo paterno la regaló”, detalló.
“Con mi papá tuvimos una complicidad por un hobbie al que no le poníamos un nombre, razón por la cual lo llevaba a conocer las líneas de Mi Pequeño Pony, Barbie, PinyPon, Ositos Cariñosos y Frutillitas, de paso evitaba que se confundiera en los regalos navideños”, amplió María.
Sin embargo esa actividad padre e hija no la convertiría en la coleccionista que es ahora pero generó el punta pie inicial para poseer cada vez más Barbies. “Las 26″, como las llama a las muñecas que ‘sobrevivieron’ a su infancia fueron solo el comienzo.
“A las Barbies de colección para público adulto no las saco de las cajas porque pierden la mitad de su valor y porque el empaque le da un entorno y cuenta la historia de la figura que guarda en su interior. Mientras que a las destinadas a los infantes, sí ‘las libero’”, explicó.
La decisión de cuales salen de las cajas y cuales se basa en la conservación: “Las cuerinas de los trajes de los años 80 y 90 se desintegran por el calor dentro de la caja y pueden manchar a los muñecos, los zapatos se resquebrajan, las piernas y las manos y dedos se salen de eje o se cortan y caen, las gomillas que sujetan los peinados y la bijouterie se derriten; sin mencionar los hongos que a veces ganan las piernas de goma. Todo esto que menciono son buenos motivos para abrirlos y chequear en qué estado se encuentran”, expresó.
“Recomiendo no ponerles luces interiores porque estas descoloran los ropajes y pieles. Si se los tiene sueltos porque se los ha comprado de segunda mano, lo mejor es guardarlos en cajas de cartón y sin ropa que no sea original de Mattel. No todas las personas que confeccionan ropa en miniatura les hacen prelavado a los materiales que emplean y, como los géneros son de prendas para personas, tiñen las gomas y plásticos de los muñecos”, explicó sobre la exposición en vitrina.
María de los Ángeles Rojas vive en Salta y tiene 42 años. Es traductora de portugués y estudiante avanzada de Recursos Humanos. Organizó la Expo Barbie 60 años, el primer evento en Argentina que mostró la evolución de la muñeca a través de sus seis décadas de existencia en el Centro Cultural América de Salta.
Fue coleccionista invitada a la muestra Sueño de Juguetes, organizada por la Secretaría de Cultura de la provincia, donde fue la única coleccionista mujer y expuso Barbie y Mi Pequeño Pony, ambos de la década de los 80 y fabricación nacional.
“De niña no me gustaban los bebotes. De hecho, al único que me regalaron, cuando tenía tres años, le arranqué su cabeza de cuajo. Un tratamiento distinto recibió la Barbie cóctel, ‘elegantemente informal’, que había guardado en mi mente como una periodista y presentadora de TV, pero cuyo concepto era simplemente un after office”, contó en comunicación con El Destape.
“Innumerables oportunidades de ficcionalización. La Barbie que había salido de fábrica bailarina podía colgar el tutú y mutar en una guerrera que encabezaba la revolución en un reino mágico, en una hechicera poderosa y trashumante, en una emprendedora que junto a su hermana menor se ponían a hacer tartas, tortas, sándwiches y pizzas de plastilina -o de Mikit, las perlitas maravillosas-, una villana obsesionada por su juventud y belleza perdidas, una científica preocupada por la teratogénesis del nuevo milenio”, describió emocionada.
Su hobby es heredado, según contó sus bisabuelos en cada país que visitaban le compraban a su papá un juguete. “Él los tenía en estantes que iniciaban en el suelo y ganaban el techo. Esta colección se perdió porque mi abuelo paterno la regaló”, detalló.
“Con mi papá tuvimos una complicidad por un hobbie al que no le poníamos un nombre, razón por la cual lo llevaba a conocer las líneas de Mi Pequeño Pony, Barbie, PinyPon, Ositos Cariñosos y Frutillitas, de paso evitaba que se confundiera en los regalos navideños”, amplió María.
Sin embargo esa actividad padre e hija no la convertiría en la coleccionista que es ahora pero generó el punta pie inicial para poseer cada vez más Barbies. “Las 26″, como las llama a las muñecas que ‘sobrevivieron’ a su infancia fueron solo el comienzo.
“A las Barbies de colección para público adulto no las saco de las cajas porque pierden la mitad de su valor y porque el empaque le da un entorno y cuenta la historia de la figura que guarda en su interior. Mientras que a las destinadas a los infantes, sí ‘las libero’”, explicó.
La decisión de cuales salen de las cajas y cuales se basa en la conservación: “Las cuerinas de los trajes de los años 80 y 90 se desintegran por el calor dentro de la caja y pueden manchar a los muñecos, los zapatos se resquebrajan, las piernas y las manos y dedos se salen de eje o se cortan y caen, las gomillas que sujetan los peinados y la bijouterie se derriten; sin mencionar los hongos que a veces ganan las piernas de goma. Todo esto que menciono son buenos motivos para abrirlos y chequear en qué estado se encuentran”, expresó.
“Recomiendo no ponerles luces interiores porque estas descoloran los ropajes y pieles. Si se los tiene sueltos porque se los ha comprado de segunda mano, lo mejor es guardarlos en cajas de cartón y sin ropa que no sea original de Mattel. No todas las personas que confeccionan ropa en miniatura les hacen prelavado a los materiales que emplean y, como los géneros son de prendas para personas, tiñen las gomas y plásticos de los muñecos”, explicó sobre la exposición en vitrina.
Los años también pueden traer otras problemáticas para las colecciones, como las manchas: “Hay que comprar en farmacias una crema para el acné que contenga peróxido de benzoilo al 5 o 10%. Los resultados son mágicos luego de untarles el compuesto y exponerlas al sol. Es una inversión que vale la pena, tanto porque la crema dura muchísimo como porque sirve para curar todos los plásticos, no solo los muñecos”, subrayó.
A 8 años identificarse como coleccionista, María de los Ángeles asegura que tiene poco que reclarmarle a Mattel: “El único cuestionamiento es que su muñeca es un artículo de lujo para muchas niñas. Esa sería la ecuación que quisiera resolver: la democratización de Barbie”, destaca. Pasado todo este tiempo, una vez se puso a catalogar las piezas obtenidas pero llegó a escribir 300 renglones y abandonó el propósito: “Tal vez un día lo retome, pero zanjé el asunto en ese número de muñecos en estado apto para exposición, es decir, completos y fragantes. En su mayoría en sus cajas sin abrir. También adquiero sets de diversas índoles como tiendas de Barbie: peluquería, banco, supermercado, gimnasio, por nombrar algunos; ambientes de la casa, casas, vehículos y aeronaves y sets de ropa, calzados y accesorios”
En la actualidad continúa coleccionando y asegura que está comprando la tercera generación de las “Barbie Look”: “Son seis más una edición especial. La especial la tengo conmigo, mientras que tres más están en poder del Correo Argentino. También están ‘al caer’ la fashionista con síndrome de Down y una mtm de las nuevas líneas deportivas”, destacó.
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