USHUAIA Por: 19640 Noticias04/11/2025

“Estoy en el frente de batalla. Quiero volver”: el drama del joven fueguino atrapado en la guerra

Gianni Bettiga, fueguino de 23 años, viajó a Rusia a estudiar y terminó atrapado en la guerra.

“Estoy en el frente de batalla. Quiero volver a la Argentina pase lo que pase. Ya no me interesa este país. Por favor hagan algo para sacarme de acá. Te amo, pa”.
Ese fue el mensaje que recibió en la madrugada del lunes Juan Bettiga, un hombre de 51 años que vive en Ushuaia. El remitente era su hijo Gianni Dante Bettiga, de 23 años, que desde hace semanas se encuentra en una zona de combate en el este de Ucrania.
“Leerlo me quebró, fue una bomba, imaginate, pero me tengo que mostrar fuerte, porque él tiene que estar fuerte”, dice el padre, todavía conmovido.

Gianni nació en Tierra del Fuego y en febrero de este año viajó a Rusia para estudiar el idioma y su cultura. Se inscribió en la Universidad de Ekaterimburgo, donde permaneció hasta agosto con una visa de estudiante que vencía en noviembre. Todo cambió cuando, por recomendación de dos compañeros brasileños, decidió sumarse a una empresa privada que reclutaba personas para tareas vinculadas al ejército ruso. Según contó su familia, lo convencieron de que no sería parte directa de la guerra y que, además, eso le permitiría obtener un permiso de residencia y un ingreso mensual.

Sin embargo, la realidad fue otra. “Firmó un contrato -estaba en ruso- y lo que sería por un año terminó siendo por tres. Tuvo entrenamiento militar durante dos semanas cerca de Moscú y a la tercera lo mandaron a Donetsk, el territorio ucraniano en posesión de Rusia”, relató Juan, quien vive hace más de tres décadas en Ushuaia.

Desde entonces, Gianni se comunica con sus padres solo cuando logra tener conexión. Pueden pasar varios días sin noticias, algo que angustia a la familia. “Mi hijo vivió toda la vida en Ushuaia, no tiene nada que ver con la vida militar, nunca portó un arma en su vida. No podemos creer que esté pasando por esta situación. Yo no concilio el sueño esperando que se comunique”, cuenta su madre, Carla Zucchi, docente.

Acorralado por las circunstancias, el joven intentó renunciar al ejército, pero su pedido fue rechazado. “Pa, acá no puedo joder mucho porque a los que quieren irse o demuestran poca voluntad, los tiran al bombo. No veo la hora de pegar la vuelta, pero mientras esté acá tengo que mantenerme fuerte”, le confesó en una de las últimas llamadas.

El 25 de agosto fue la fecha en que quedó oficialmente enrolado, aunque recién a fines de septiembre se animó a contarle a su madre lo que estaba ocurriendo. “Ma, te tengo que decir algo”, fue el mensaje que la dejó paralizada. Durante días no había podido comunicarse con él y pensaba que tal vez se había quedado sin dinero o alojamiento. Pero su hijo le reveló algo impensado: “Sin querer estoy en el Ejército. No es lo que quería, me metí sin querer, aceptaron una propuesta de unos conocidos brasileños. Iba a hacer un trabajo más bien administrativo, pero terminé entrenando y practicando tiro”.
“Nada más alejado de la vida militar que mi hijo, que además nunca obedeció una orden”, agrega Carla con una sonrisa que disimula el dolor.

Desde el frente, Gianni intenta adaptarse a las duras condiciones. Duerme en una bolsa en un galpón “lleno de ratas, que hasta se meten dentro de la bolsa”, le contó a su familia. También relató que pasó “dentro de un tanque unas seis horas, hasta que por un bombardeo tuvimos que evacuar y terminamos toda una noche en un bosque, completamente a oscuras, con miedo, porque no se sabía qué nos podía pasar, hasta que nos vino a buscar el Batallón 57”.
Su padre trata de mantener el contacto enviándole películas y series descargadas. “Solo le interesan las de género bélico, se ve que está compenetrado, así que le envié Los combatientes, Operación final, El cielo sí existe y House of Cards”, cuenta Juan.

“Papi, no le tengo miedo a morir, porque es un instante y listo, pero sí tengo miedo de perder un brazo, una pierna”, le dijo Gianni hace pocos días. Para su padre, es evidente que ha visto cosas que lo marcaron profundamente.

Desesperados, Juan y Carla empezaron a buscar ayuda para lograr que su hijo sea liberado del servicio. Se contactaron con políticos argentinos, con la Embajada rusa en Buenos Aires y con la Embajada argentina en Moscú, e incluso enviaron una carta al ministro de Defensa ruso, Andréi Rémovich Beloúsov.
En ese texto, Juan escribió:
“Yo, Juan Arnaldo Bettiga, le solicito ordene la inmediata dispensa de las obligaciones militares que actualmente cumple mi hijo Gianni Dante Bettiga en defensa de la Federación Rusa...”, y explicó que su pedido se basaba en el artículo 51 de la Ley Federal 53-FZ, citada en el contrato que su hijo firmó.

En la carta también reveló su situación médica: “Hace un tiempo se me ha diagnosticado un cáncer de hígado que me obliga a diversos tratamientos... Mi situación es de extrema vulnerabilidad”.
Y agregó: “Para poder sobrellevar todo este tratamiento no cuento con nadie más cercano que no sea mi hijo Gianni Bettiga... El cuidado que requiero es crucial porque mi situación es delicada como para que pueda llevar a cabo los tratamientos médicos por mi cuenta”.

Junto al escrito, envió estudios médicos y una copia del contrato de enlistamiento. “Mi hijo sabe que nos estamos moviendo y que toda su familia y amigos lo quieren de vuelta. No será sencillo, porque no existen relaciones bilaterales entre Rusia y Argentina, ya que el presidente Milei dejó en claro su apoyo a Zelenski, pero no voy a bajar los brazos”, asegura Juan.

Su voz se quiebra al hablar de su enfermedad: “No voy a empezar el tratamiento hasta que sepa que mi hijo está a salvo. El tratamiento implica que yo esté mucho tiempo dormido o en la cama, y hoy necesito fuerzas y estar despierto para responderle a Gianni. ¿Qué dijo mi médico? Que la enfermedad no espera, pero que él sí”.

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